Mancuso paga condena por delitos de narcotráfico en EE.UU. (Foto: Archivo) |
Este viernes, el Tribunal de Justicia y Paz de Colombia
condenó de nuevo al paramilitar Salvatore Mancuso por violencia de género.
La segunda sentencia contra Mancuso subrayó: la violencia de
género, por secuestrar mujeres con los fines de prostitución y esclavitud
sexual, acceso carnal violento, actos sexuales abusivos, esterilización forzada
y abortos forzados. Los casos de violencia de género por los que se condena a
Mancuso suman 175.
La violencia de género como arma de advertencia
Un informe de 1998 de la Relatora Especial sobre la
Violencia Contra la Mujer, Radhika Coomaraswamy, explica que el modus operandi de
los actores en guerra para intimidad al enemigo es usar el cuerpo de la mujer
como medio para aterrorizar a una población e imponer la hegemonía militar como
símbolo de marca del territorio.
“La violencia sexual generalmente se presenta como una forma
de humillar al enemigo: es un medio para alardear ante los hombres de la parte
contraria y para demostrarles que no han sido capaces de proteger a sus
mujeres. Es un mensaje de castración y mutilación al enemigo.”
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) define que la
violencia sexual como medio de sacrificio en el contexto de crímenes de guerra
que contempla la esclavitud sexual, la maternidad forzada, esterilización
forzada y otros métodos de martirio, es incurrir en daños que imperan en el
azote físico y psicológico para castigar a la víctima o una tercera persona que
varía en el terreno étnico, racial o religioso.
Las marcas de la bota paramilitar
La periodista colombiana Jineth Bedoya que recientemente
narró en la Habana Cuba, sede de los diálogos de paz entre Colombia y las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cómo con apenas 26 años de
edad fue secuestrada y violada por alias el Panadero y otros tres
paramilitares, es ejemplo vivo de la intimidación de un grupo ilegal armado
para infringir miedo y conseguir el silencio a costa de ultrajes.
“Mis ‘hazañas’ periodísticas me cobraron el haber tocado a
quien no debía. Esa mañana de mayo llegué a la puerta de la cárcel La Modelo de
Bogotá en busca de una entrevista con un paramilitar y terminé drogada,
amordazada y en la parte trasera de una camioneta rumbo al infierno”. Un
fragmento de lo escrito por Begoya a la revista Soho.
Por: teleSUR- ONU- SEMANA- Radhika Coomaraswamy/ fmf-JR/Mt