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Formar, desarrollar y controlar IA

El Gobierno nacional impulsa una política de formación del talento humano de alto nivel con el objetivo de transformar a Colombia en una sociedad basada en el conocimiento frente a los avances de la inteligencia artificial.

Esta estrategia se materializa a través de una agenda científica internacional que contempla convocatorias regionales para acceder a becas de doctorado y maestría, promoviendo así la descentralización del conocimiento y la participación de diversos territorios en el desarrollo tecnológico del país.

El dato lo reveló la ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación, Yesenia Olaya Requene, durante la emisión de La Agenda, el programa de la Presidencia de la República en el que periodistas regionales, comunitarios y alternativos hacen preguntas a funcionarios del Gobierno nacional sobre temas desde la perspectiva de los territorios.

Resaltó que las convocatorias y programas tienen como marco el 2025, el Año Internacional de las Ciencias y Tecnologías Cuánticas, proclamado por las Naciones Unidas, tema que tiene un enfoque directo en inteligencia artificial.

“La apuesta que tenemos es la de generar acciones educativas para democratizar el manejo de la inteligencia artificial, pero también entender de qué se trata esta herramienta tecnológica y cómo impacta la vida de los ciudadanos", indicó la ministra Olaya.

Las convocatorias, precisó, están enfocadas en áreas como las nuevas ingenierías, las ciencias de datos, las académicas y de investigación en ciencias sociales. Agregó que esa agenda de cooperación se adelantó con los Emiratos Árabes en la reciente visita que hizo el presidente Gustavo Petro y la comitiva ministerial a ese país.

Destacó que la cooperación reúne proyectos como la construcción de tres centros de datos que permitirán el desarrollo de una nube soberana y el modelaje de la inteligencia artificial.

Ese proyecto se realizará en el Caribe y busca convertir a Colombia en epicentro latinoamericano en el desarrollo de aplicaciones en materia de bioeconomía, genómica y transición energética.

Programa Orquídea

​En la emisión de La Agenda también estuvo Diana Rua Patiño, directora de Vocaciones y Formación del Ministerio de Ciencias, quien se refirió a la tercera convocatoria del programa Orquídea, lanzado hace menos de una semana y que cuenta con una inversión de 35 mil millones de pesos para financiar hasta 150 proyectos de investigación y desarrollo tecnológico.

Este programa, que ha beneficiado a 470 colombianas en el país, convocó a doctoras, jóvenes investigadoras e innovadoras. Gira en torno a las ciencias y tecnologías cuánticas y contará con un énfasis del 20 % en aspirantes provenientes del eje Pacífico colombiano, conforme a las políticas de priorizar el componente regional, étnico y de género.

​La ministra Olaya subrayó que en esta política de formación de talento humano se trabaja con los jóvenes en el programa Colombia Robótica, que ha beneficiado a 1.200 niñas, niños, adolescentes y jóvenes, junto a 240 docentes de los municipios de Tumaco, San Andrés Islas, Ubaté y El Carmen de Viboral.

Deshidratador solar evitaría pérdidas de plátano verde después de la cosecha

Los residuos de alimentos como el plátano verde ya no se perderían luego de la cosecha.
Foto: Archivo Unimedios
El Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) estima que en Colombia se cultivan más de 400.000 hectáreas de plátano, de las cuales 280.600 se encuentran en la zona cafetera del país; y su volumen de producción es del orden de 1.8 millones de toneladas al año.

En ese sentido, la producción de plátano se convierte en una oportunidad para darle valor a la agricultura de zonas “olvidadas”, en la que el abandono estatal ha llevado a que estén incomunicadas de los centros urbanos, y que sea más difícil prosperar y que los campesinos tengan ganancias económicas.

Este es el caso del municipio de Galán (Santander), que cuenta con 3.031 habitantes, 1.000 en el área urbana y el resto en la ruralidad, donde el 81,7 % de la fuerza económica está sustentada por las actividades agrícolas y ganaderas. Tierras en las que destaca el cultivo de productos como el café, la yuca, el maíz y el plátano.

Además de las malas vías, la alta humedad del plátano verde (hasta un 80 %) dificulta su comercialización, pues reduce su vida útil antes de llegar a los mercados urbanos. Por esta razón, la investigadora Erika Tatiana Fajardo Ariza, magíster en Ciencia y Tecnología de Alimentos, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), se interesó por poner a prueba un mecanismo llamada deshidratador solar, el cual se lleva usando desde hace cientos años para secar las frutas, verduras o incluso carnes, pero en el que se enfocó en medir la humedad del plátano cada 20 minutos -hasta llegar a una hora-, para reducir al máximo el contenido de agua en la fruta.

El deshidratador solar es una especie de casa en la que los alimentos se van secando
con el aire caliente, y poco a poco van reduciendo su humedad.
Foto: Erika Tatiana Fajardo Ariza, magíster en Ciencia y Tecnología de Alimentos
de la UNAL.
Esto es novedoso porque los deshidratadores en el país se usan principalmente para el café, excluyendo otros alimentos esenciales para la economía de regiones como Galán, donde los productores buscan impulsar el cultivo de plátano y otras frutas. Controlar la humedad es clave, ya que un alto contenido de agua favorece la proliferación de bacterias y hongos, acelerando la descomposición.

¿Cómo funciona? Imagine una casa con ventanas y techo de vidrio por las que entra el sol, en su interior hay bandejas con mallas donde se colocan los alimentos, como el plátano verde. El aire se calienta y los alimentos se van secando poco a poco, por lo que el porcentaje de agua dentro de la fruta comienza a reducirse, generando un ambiente más adecuado para que no haya riesgo de contaminación por algún microorganismo.

Rodajas de plátano puestas en el deshidratador.
Foto: Erika Tatiana Fajardo Ariza, magíster en Ciencia
y Tecnología de Alimentos de la UNAL
Al plátano verde lo pueden afectar hongos como Colletotrichum musae, causante de la antracnosis, una de las principales enfermedades poscosecha del banano e influye significativamente en la calidad de la fruta mercadeable.

“Para los ensayos iniciales se trabajó con 20 kilos de plátano verde y banano bocadillo, los cuales primero se cortaban y pelaban en rodajas de entre 3 y 5 milímetros, para luego ser puestos en las láminas, y cada 20 minutos eran pesados para ver cómo iba disminuyendo el agua en su interior, hasta el punto en el que no cambiaba este valor, allí se evidenciaba que estaba listo”, indica la investigadora.

Valor agregado para las comunidades

Posterior al secado de los productos se molieron y procesaron en un horno para crear harina plátano, que sirve como un reemplazo para la harina de trigo, lo cual ayudaría a aprovechar los residuos de la cosecha, en un proceso denominado economía circular, que como su nombre lo dice sigue un proceso en el que se vuelve a utilizar aquello que ya se había utilizado, en este caso el plátano, que después de la cosecha se pierde entre un 25 % y 30 % si no se usa en otra aplicación.

Los residuos de la cosecha fueron aprovechados para elaborar galletas y
darle valor agregado al producto.
“Se evaluaron distintas concentraciones de harina de plátano y trigo para elaborar galletas, y darle valor agregado a los residuos que quedan luego de las cosechas, y se evaluó el producto en un panel sensorial con 100 personas en la UNAL Sede Bogotá, encontrando la combinación perfecta para elaborar esta receta”, asegura la magíster de la UNAL.

Grupo de trabajo con el que se diseñó y construyó el deshidratador solar.
Foto: Erika Tatiana Fajardo Ariza, magíster en Ciencia y Tecnología de Alimentos de la UNAL
Por último, señala que la investigación fue producto de un trabajo conjunto con la Asociación de Apicultores de la Serranía de los Yariguíes, la Alcaldía de Galán (Santander), y el Instituto de Ciencias y Tecnología de Alimentos (ICTA) de la UNAL, por lo que se destaca el proceso de cocreación llevado a cabo, en donde la comunidad de este municipio ahora tiene una máquina de deshidratación solar que podría durar fácilmente más de 10 años, y ayudaría a disminuir las pérdidas y los costos para los productores de plátano, una fruta autóctona de esta región.

Bolsas de semilla de mango serían una alternativa a los plásticos tradicionales

Gracias a su alto contenido en compuestos aprovechables, el mango, rico en almidón y nutrientes, se
convierte en la base de biopelículas o “plásticos” biodegradables.
Foto: archivo Unimedios.
agenciadenoticias.unal.- En la investigación se utilizan residuos industriales de esta fruta para desarrollar biopelículas biodegradables que reemplazarían los empaques plásticos convencionales. “Estamos aprovechando las semillas de mango, que normalmente se desechan, para extraer almidón y fabricar un material similar al plástico pero que se degrada fácilmente”, explica la magíster.

El proceso comienza con la recolección de las semillas de mango provenientes de residuos industriales, como los generados durante la producción de pulpa. Estas semillas se lavan y pelan para extraer el cotiledón, o almendra interna, que contiene un alto porcentaje de almidón.

Las semillas de mango, previamente lavadas y peladas, se utilizan
para extraer almidón.
Fotos: Stephania Hurtado Páez, estudiante de la Maestría en
Ciencias - Física de la UNAL Sede Manizales.
Uno de los mayores desafíos es evitar el pardeamiento, es decir el oscurecimiento de la semilla, un fenómeno que afecta la calidad del almidón. Para ello, la investigadora Hurtado utiliza un agente limpiador a base de limón concentrado.

El almidón limpio se seca en un horno de convección a 40 °C durante 8 horas; luego se tamiza para eliminar impurezas y obtener un producto listo para fabricar las biopelículas, un paso crucial ya que determina la calidad del material final.

Las semillas se tratan en el laboratorio con limón concentrado en diferentes
cantidades para evitar el pardeamiento y preservar la calidad del almidón.
El siguiente paso es crear las biopelículas, un material con el que se busca una alternativa ecológica al plástico tradicional. Para mejorar las propiedades mecánicas del almidón –como resistencia y durabilidad–, la investigadora lo combina con gelatina. “El almidón de mango tiende a ser muy elástico, casi como un chicle, pero tiene poca fuerza, por lo que la gelatina ayuda a que el material sea más firme y menos estirable”, explica.

La mezcla se calienta hasta alcanzar el punto de gelatinización del almidón y luego se vierte en moldes de silicona. Para garantizar una textura homogénea se utiliza un sonicador, dispositivo que emite ondas de ultrasonido para eliminar burbujas y asegurar una distribución uniforme. Por último, las biopelículas se secan en un horno de convección durante 14 horas y se obtiene un material flexible y ligeramente elástico, con un acabado homogéneo.

El resultado son unas biopelículas que ofrecen una alternativa
biodegradable al plástico tradicional, con una textura flexible y
suave al tacto.
Foto: Natalia López Arboleda, Unimedios Manizales.
“El almidón de mango combinado con gelatina adquiere una textura similar a un plástico delgado, pero con la ventaja de que es biodegradable y suave al tacto, característica que permite que las biopelículas se adapten bien a distintas formas y aplicaciones, convirtiéndolas en una opción versátil para empaques; es impresionante ver cómo se deshacen en agua caliente, algo que no ocurre con los plásticos convencionales”, describe la investigadora Hurtado.

Aunque el trabajo está en una etapa inicial, los resultados prometen aplicaciones concretas, especialmente en la industria de empaques alimenticios. “Estamos explorando la posibilidad de utilizar estas biopelículas en empaques internos, como los que contienen porciones dosificadas dentro de un empaque principal”, señala la magíster. Este enfoque sería particularmente útil para productos como pulpas de fruta, que requieren envases individuales para su comercialización.

Stephania Hurtado Páez, estudiante de la Maestría en Ciencias - Física de
la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNAL Sede Manizales.
Foto: Natalia López Arboleda, Unimedios Manizales.
No obstante, antes de que estas biopelículas se puedan comercializar es necesario hacer pruebas adicionales para garantizar su compatibilidad con alimentos y su viabilidad en diferentes condiciones. “La investigación llega hasta un punto, pero hay que realizar estudios de compatibilidad y seguridad para su uso en productos de consumo”, agrega la magíster.

Implicaciones ambientales y sociales

El impacto potencial de este producto va más allá de reducir residuos plásticos, ya que también aborda el problema de los desechos agroindustriales, que a menudo se queman o se desechan de manera inadecuada generando emisiones de CO2 y otros problemas ambientales. “Con esta investigación buscamos cerrar el ciclo de los residuos de mango, transformándolos en un recurso valioso”, sostiene la magíster.

El estudio se adelanta en los laboratorios del campus La Nubia de
la  UNAL Sede Manizales.
Foto: Comunicaciones Manizales.
Además el proyecto impactaría positivamente a las comunidades rurales y agroindustriales, al ofrecerles nuevas oportunidades para el aprovechar loa desechos y generar materiales sostenibles. Este enfoque también está alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, particularmente en lo relacionado con la producción y el consumo responsables.

“Es emocionante pensar en el potencial que tienen estas biopelículas. Aún hay mucho por explorar, pero estoy segura de que estamos en el camino correcto para crear una alternativa viable y sostenible”, concluye la magíster Hurtado. Con investigaciones como esta, el futuro de los empaques sería mucho más verde y amigable con el planeta.


Producción de ají mejoraría con menos riego y abonos orgánicos

Ají rocoto producido en la UNAL Sede Manizales, campus La Nubia.
Foto: Grupo de Investigación Alimentos Frutales.
agenciadenoticias.unal.- La agricultura es responsable de casi una tercera parte de los gases de efecto invernadero en el mundo, por lo que buscar que la producción de alimentos –que cada vez es más amplia– utilice mejor los recursos se ha convertido en una urgencia.

En respuesta a este desafío, el Grupo de Investigación Alimentos Frutales de la UNAL Sede Manizales llevó a cabo un proyecto para mejorar la adaptación al cambio climático y agregar valor al cultivo del ají rocoto (Capsicum pubescens).

Juan David Galvis Nieto, del Grupo de Investigación
Alimentos Frutales, en la granja de fertirriego para la
producción de ají rocoto.
Fotos: Natalia López Arboleda, Unimedios Manizales.
Para ello se implementó un sistema de riego controlado con un seguimiento riguroso de la humedad del suelo para determinar los requerimientos de agua de este cultivo optimizando el recurso hídrico. En conjunto, estos tratamientos contribuyen a una agricultura más sostenible.

Una de las principales innovaciones del proyecto fue el uso de biochar, un tipo de carbón que se mezcla con el suelo para mejorar la retención de nutrientes y agua, y además capturar dióxido de carbono (CO2). Con la mezcla de biochar, gallinaza (estiercol de gallinas) y porquinaza (desechos de los cerdos) se fabricaron abonos orgánicos reduciendo con ellos la aplicación de fertilizantes convencionales que tienen mayor emisión de gases de efecto invernadero.

Los resultados fueron alentadores: la producción de ají en polvo a partir del cultivo en invernadero con riego limitado –o estrés hídrico– y abonos orgánicos redujo el impacto ambiental en un 72 % frente al proceso convencional. Además se mejoraron las propiedades organolépticas del ají –como sabor, aroma y color–, optimizando su calidad para el mercado.

Otra forma de cultivo

El ají rocoto se seleccionó para este proyecto por su adaptabilidad a climas fríos como el de las montañas de Caldas. Este ají, originario de los Andes peruanos, se desarrolla en temperaturas óptimas de entre 14 y 25 °C, lo que lo hace ideal para esta región.

Ají rocoto transformado en polvo en la UNAL Sede Manizales,
campus La Nubia.
Además es conocido por su alto contenido de capsaicina, el compuesto que le otorga su picor, ya que alcanza en promedio 150.000 unidades Scoville de picor en el ranking de los pimientos más picantes del mundo.

El proyecto comenzó con 480 plántulas, con una distancia de siembra de 1 m entre hileras y 50 cm entre plantas, y sistema de riego por goteo. El trabajo fue dirigido por el ingeniero químico Carlos Eduardo Orrego Alzate, profesor y director del Instituto de Biotecnología y Agroindustria (IBA) de la UNAL.

En el estudio se realizaron 8 métodos experimentales que combinaron el sistema de cultivo (invernadero o campo abierto), el tipo de riego (convencional o en condiciones de estrés hídrico), y el régimen de fertilización (biochar y abonos orgánicos vs. fertilización convencional). Según el profesor Orrego, estos métodos buscaban optimizar la productividad del cultivo y la calidad del ají, especialmente su grado de picor.

El riego convencional, que fue activado al caer la humedad del suelo por debajo del 50 %, favoreció un crecimiento uniforme y mayor producción de frutos, mientras que el riego bajo estrés hídrico, activado cuando la humedad alcanzó niveles entre 20 y 40 %, ayudó a ahorrar agua y produjo ají de calidad superior.

Carlos Eduardo Orrego Alzate, director del Instituto de
Biotecnología y Agroindustria y del Grupo de Investigación
Alimentos Frutales.
La fertilización se realizó mensualmente. Para los tratamientos convencionales se utilizaron productos comerciales, mientras que para los restantes se empleó biochar junto con abonos orgánicos. Los experimentos con biochar mostraron una mejor calidad, aunque con una productividad inferior. Las plantas cultivadas en invernadero presentaron buena productividad y calidad.

Una vez cosechados, los frutos maduros del ají rocoto pasaron por un proceso de agregación de valor, lo que permitiría diversificar su uso en la industria alimentaria, además de aplicaciones en las industrias cosmética y farmacéutica.

“Se desarrolló un ingrediente funcional de ají en polvo encapsulado mediante dos métodos de secado: aire caliente y al vacío, los cuales permitieron producir ají en polvo de buena calidad, y el primer método presentó los costos de producción más bajos”, mencionó el director.

La implementación de técnicas de riego eficientes permitió un ahorro cercano al 20 % en el consumo de agua, y el uso de fertilizantes orgánicos disminuyó la dependencia de los fertilizantes comerciales, lo que contribuye a una agricultura más sostenible, ya que los productores de ají producirían sus propios fertilizantes, disminuyendo con esto tanto los costos de producción del cultivo como los impactos ambientales, específicamente la huella de carbono.

Grupo de Investigación Alimentos Frutales.
El proyecto de cultivo de ají rocoto en Caldas y su posterior transformación en polvo demuestran cómo la innovación agrícola y agroindustrial puede mejorar la resiliencia al cambio climático, reducir el impacto ambiental y generar nuevas fuentes de ingresos para las comunidades rurales. Este enfoque integral es un modelo para otras regiones del país, ya que promueve un uso más eficiente de los recursos y un desarrollo económico local más sostenible.

La UNAL Sede Manizales ha demostrado que el futuro del cultivo de ají en el país puede ser más eficiente. “El siguiente paso será la transferencia de este conocimiento a grandes empresas del país, con el objetivo de hacer un aprovechamiento sostenible de este producto”, concluyó el director Orrego.

Apocalipsis climático, una forma de adaptación a una transformación radical

Según los expertos, las tensiones que hay en la sociedad complican 
la respuesta que se le está dando al cambio climático.
Foto: archivo Unimedios.

Profesor Robert Folker, director de CAPAS.
Foto: Nicol Torres, Unimedios.
agenciadenoticias.unal.- Contrario a lo que su nombre podría sugerir, los estudios apocalípticos no se limitan a escenarios de destrucción total. “Estamos interesados en cómo diferentes sociedades han concebido y se han preparado para posibles finales. Esto incluye no solo el fin del mundo físico, sino también el fin de eras, civilizaciones o sistemas de creencias”, explica el profesor Robert Folker, director del Centro de Estudios Apocalípticos y Post-Apocalípticos (CAPAS) de la Universidad de Heidelberg (Alemania).

Durante el evento “Una jornada apocalíptica” se hizo
un acercamiento a este concepto que
varias disciplinas vienen estudiando.
Foto: Nicol Torres, Unimedios.
Por ejemplo, el cambio climático se ha convertido en el apocalipsis de la actualidad. Las imágenes de ciudades inundadas, bosques en llamas y tierras de cultivo convertidas en desiertos evocan las visiones del fin de los tiempos que han existido en diversas culturas a lo largo de la historia.

Los estudios apocalípticos abordan la crisis climática bajo la idea de una transformación radical. Investigadores en este campo plantearon durante el evento “Una jornada apocalíptica”, realizado en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), que entender cómo diferentes culturas han concebido y respondido a los “finales del mundo” pasados puede proporcionar perspectivas valiosas sobre cómo abordar los desafíos climáticos actuales.

El profesor Paolo Vignolo, de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNAL, explica que desde tiempos antiguos la humanidad ha estado obsesionada con la idea del apocalipsis. Por ejemplo, Alejandro Magno no solo quería conquistar territorios, sino además llegar a los confines del mundo conocido.

“Para él esa expansión no tenía fin. A lo largo de la historia, la idea de ‘llegar hasta el final’ ha sido una constante. Los conquistadores europeos que llegaron a América también estaban influenciados por esa visión apocalíptica en la que querían expandir sus reinos y religiones antes de que llegara el fin de los tiempos”, puntualiza.

Lecciones del pasado para el futuro

El término apocalipsis proviene del griego apokalypsis,
que significa revelación o descubrimiento.
Foto: Victor de Schwanberg/
cience Pho VSCScience Photo Library vía AF.
Uno de los aspectos importantes de los estudios apocalípticos es conectar eventos históricos con desafíos contemporáneos. Por ejemplo, el profesor Vignolo explora cómo los imaginarios apocalípticos influyeron en la conquista de las Américas y cómo esas mismas narrativas pueden estar dando forma a la respuesta de la sociedad respecto al cambio climático.

“La conquista no fue solo un evento del siglo XVI. Fue un proceso largo que involucró no solo la dominación física, sino también la conquista espiritual y la transformación de las conciencias. De manera similar, abordar el cambio climático requiere no solo soluciones tecnológicas, sino una transformación profunda sobre cómo nos vemos a nosotros mismos en relación con el planeta”, dijo el profesor Vignolo.

Profesor Paolo Vignolo, de la Facultad
de Ciencias Humanas de la UNAL.
Foto: Nicol Torres, Unimedios.
Tras realizar revisiones minuciosas de antecedentes históricos, el experto encontró que los estudios apocalípticos también permiten comprender tensiones que se dan en la sociedad actual, como por ejemplo mantener un modelo de vida basado en el crecimiento constante y la expansión, pese a la preocupación por la sostenibilidad y la conservación de los recursos naturales.

“Esta paradoja también ocurría con aquellos antiguos conquistadores. ¿Cómo podemos hablar de ‘sostenernos’ si nuestra forma de vivir sigue dependiendo de explotar más y más recursos?”, enfatiza.

“Si queremos establecer otra relación con el mundo y la naturaleza, tenemos que revisar esos imaginarios apocalípticos que siguen habitándonos”, concluyó el profesor Vignolo.

Materiales diminutos evitan el ennegrecimiento de las fachadas

El propósito del desarrollo es retardar los signos de envejecimiento que se dan en las fachadas
de viviendas y edificios.
La problemática del deterioro prematuro de las fachadas es un tema que afecta a constructoras y propietarios por igual. Los estucos tradicionales, expuestos a las inclemencias del tiempo y la contaminación ambiental, suelen mostrar signos de desgaste en solo meses, que no solo afectan la apariencia de las casas y los edificios, sino que además generan costos adicionales en mantenimiento y reparaciones.
Lina María Melo Jaramillo,
magíster en Construcción de la UNAL. 
La arquitecta Lina María Melo Jaramillo, magíster en Construcción de la UNAL, trabajaba como directora de obra de una constructora de Pasto, y notó que en las fachadas de las casas campestres los estucos se deterioraban muy rápidamente, “les salían manchas negras”, comenta la magíster.

Su búsqueda de alternativas para este problema comenzó con la exploración de diversas marcas de estucos, tanto tradicionales como nuevas, sin obtener éxito alguno, hasta que se enfocó en los nanomateriales.

La atapulgita es un mineral, y en el estudio se incorporó
en un estuco para mejorar sus propiedades.
Foto: Lina María Melo Jaramillo, magíster en Construcción de la UNAL.
Así encontró la atapulgita, un mineral conocido por sus propiedades adsorbentes que ha sido aprovechado en muchas industrias como ingrediente para desarrollar medicamentos y cosméticos, entre otros productos.

“La atapulgita está compuesta en un 65,2 % por sílice, por lo que al mezclarla con el estuco lo hace más resistente al desgaste y a los impactos. Encontramos que este mineral tiene propiedades que mejoran significativamente la resistencia del estuco a los factores ambientales, ya que también contiene otros componentes como aluminio, magnesio, hierro y calcio”, explica.

El producto final se probó en una casa y después de
casi 10 meses no hay rastro del ennegrecimiento.
Foto: Lina María Melo Jaramillo, magíster en Construcción de la UNAL.
“La atapulgita ayuda a retrasar los efectos del envejecimiento, que es lo que siempre buscamos en el sector de la construcción. El proceso desarrollado fue de prueba y error; realicé múltiples muestras y pruebas en condiciones reales para garantizar que el nuevo estuco se pudiera aplicar correctamente, y ofrecer los resultados deseados”.

“Al principio todo fue muy artesanal; hicimos pruebas con estucos de diferentes marcas y componentes, y finalmente utilizamos el material en la fachada de una casa”, explica la investigadora Melo.

El desarrollo sería una gran solución tanto para las constructoras
como para los propietarios de viviendas o edificios.
Las pruebas revelaron que el estuco mejorado con atapulgita resistía mejor las condiciones ambientales adversas y mantenía su apariencia estética por más tiempo. “Después de casi 10 meses la casa que utilizamos para la prueba general sigue igual, solo con un pequeño ampollamiento en una fachada lateral”, aseguró la experta.

El potencial de esta innovación motivó el interés de empresas productoras en Nariño que ya adelantan pruebas para incorporar este nuevo componente en la fórmula de sus productos, con el fin de optimizarlos y comercializarlos.

Ministerio TIC socializó el plan de conectividad que dejará estructurados y financiados proyectos para los próximos 10 años

El ministro TIC, Mauricio Lizcano, instaló el tercer y último día del 26 Congreso Andesco, 'Servicios públicos TIC y TV con seguridad', que se realiza esta semana en Cartagena, anunciando la estrategia que convertirá a Colombia "en el país más conectado de Latinoamérica": el 'Plan Integrado de Expansión de Conectividad Digital', que tiene una visión a 10 años, y la tarea de potenciar la vida de las personas en situación de pobreza y vulnerabilidad, lograr la inclusión y la conectividad para la equidad, además de mejorar el acceso y la información para los menos favorecidos.

Este plan, contempla impactar a 8,3 millones de hogares, beneficiando a 25 millones de personas en el país, con una inversión de $10 billones. "Hoy presentamos el Plan Estratégico de Conectividad para 2033, un Conpes que dejará todos los proyectos de conectividad financiados y estructurados, para que Colombia se convierta en el país más conectado y equitativo digitalmente de la región", señaló el ministro TIC, Mauricio Lizcano (@MauricioLizcano).

Desde el Ministerio TIC ya se inició la ejecución de este plan con cerca de diez iniciativas, entre ellas los Centros PotencIA, las Escuelas Potencia Digital y las Zonas Comunitarias para la Paz, entre otras. Programas con los que se está impactando a más de 2 millones de personas, con una inversión cercana a los $2,5 billones.

El Plan responde a los grandes retos que presenta Colombia en conectividad de Internet, tanto en oferta de infraestructura de internet fijo y móvil como desde la demanda de los hogares. Superarlos es necesario para hacer del país una potencia digital y un referente en tecnologías emergentes y de Inteligencia Artificial en la región, explicó el jefe de la cartera TIC

Por otro lado, el Ministro anunció que el gobierno de Brasil confirmó la llegada del cable de fibra óptica que permitirá llevar Internet al Amazonas desde Brasil, fruto del acuerdo que hay entre Colombia y este país para conectar el departamento. El cable se conectará desde Tabatinga a Leticia, para resolver el problema de conectividad en "El pulmón de Colombia".

Por último, el ministro TIC dio otra noticia relevante para el avance del país en términos del desarrollo de la Inteligencia Artificial. "Fuimos aceptados como un país miembro de la Alianza Globa de Inteligencia Artificial 'AI Alliance'. Esto nos va a permitir ser parte de las decisiones más importantes del mundo en esta materia", agregó.

Con estos anuncios, el Ministerio TIC sigue generando oportunidades para que cada colombiano pueda aprovechar las tecnologías emergentes y la Inteligencia Artificial, llevando al país a ser una PotencIA Digital.

UNAL propone hoja de ruta para fortalecer la investigación científica en Colombia

Los centros e institutos de investigación son esenciales en la producción
de conocimiento. Foto: archivo Unimedios.
El proyecto, liderado por el profesor Jesús Alberto Villamil, adscrito a la Facultad de Ciencias Económicas, evaluó los centros e institutos públicos enfocados en áreas como salud, defensa, medioambiente, agricultura, cultura y humanidades. El objetivo del estudio es potenciar estas instituciones productoras de conocimiento a través de un diagnóstico detallado, destacando su rol como motores del desarrollo científico y tecnológico del país.

Con un equipo de más de 20 personas, entre ellas profesores, profesionales, estudiantes y pasantes, el trabajo se basó en dos pilares: (i) las recomendaciones de la Misión Internacional de Sabios de 2019, y (ii) la Política Nacional de Ciencia y Tecnología de 2022, los cuales enfatizan en la necesidad de fortalecer los centros e institutos públicos de investigación.

Durante la socialización de los resultados del estudio, la viceministra de Conocimiento, Innovación y Productividad de Minciencias, Ana Lucía Caicedo Laurido, destacó que el proyecto generó siete módulos y un documento final que contiene la propuesta de un plan maestro para implementar acciones concretas.

Más de 20 personas, entre profesores, profesionales, estudiantes
y pasantes, desarrollaron este estudio.
Foto: Nicol Torres, Unimedios.
“Gracias a este importante esfuerzo hoy celebro la formulación del Plan de Fortalecimiento de Integración a Corto, Mediano y Largo Plazo como insumo para la política pública de interés. Este plan es uno de los primeros ejercicios que se formulan para los centros e institutos, construido de manera conjunta”, afirmó la viceministra.

Por su parte, la profesora Juanita Villaveces Niño, decana de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNAL, resaltó la importancia del estudio: “este proyecto, que durante más de 10 meses se trabajó de manera conjunta con Minciencias, los 23 Centros e Institutos y el CID, es un ejemplo de trabajo interinstitucional en equipo y con una alta dosis de empatía”, indicó.

La metodología del proyecto incluyó visitas, entrevistas y encuestas para evaluar los modelos de gestión, las capacidades en ciencia, tecnología e innovación, y el nivel de transformación digital de los centros: “encontramos que no todos tienen una planeación estratégica de largo plazo, que la mayoría responden a políticas de gobierno de corto plazo, y que muy pocos cuentan con planes robustos de ciencia y tecnología”, explicó el profesor Villamil.

El proyecto fue liderado por el profesor Jesús Alberto Villamil, de la
Facultad de Ciencias Económicas. Foto: Nicol Torres, Unimedios.
Una de las principales conclusiones de los expertos es la seria restricción presupuestal que enfrentan estas entidades, pues aunque reciben recursos del Presupuesto General de la Nación, constantemente deben buscar financiación adicional a través de cooperación internacional o convocatorias de Minciencias.

El estudio también identificó limitaciones para el trabajo colaborativo entre los centros, debido en parte a barreras jurídicas y de contratación pública. “Para estos 23 centros existen 11 tipos de personería jurídica, lo que complica la articulación y el desarrollo de proyectos conjuntos”, indicó el director del proyecto.

Otra debilidad detectada es la baja capacidad de algunos institutos para transferir y lograr la apropiación social del conocimiento que producen. Esto es particularmente problemático considerando que son entidades públicas que tienen impacto directo en comunidades y territorios.

Al evento de socialización de resultados asistió Ana Lucía Caicedo
Laurido, viceministra de Conocimiento, Innovación y Productividad
de Minciencias. Foto: Nicol Torres, Unimedios.
A diferencia de otros países, en Colombia estos centros no cuentan con la figura del “investigador público”, lo que indica que para la carrera de investigador no existe un reconocimiento formal ni incentivos claros, lo cual los pone en desventaja.

¿Cuál es la ruta a seguir?

Para fortalecer el ecosistema público de ciencia y tecnología en Colombia, el equipo de la UNAL propuso las siguientes recomendaciones:

1. Impulsar la planeación estratégica de largo plazo en ciencia y tecnología en cada centro e instituto.

2. Crear dentro del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología un Consejo Científico especializado para los centros e institutos públicos, para fomentar su articulación.

3. Desarrollar agendas y macroproyectos de investigación articulados por ejes temáticos como salud, defensa, medioambiente, etc.

4. Incrementar sustancialmente el presupuesto de estas entidades para investigación y desarrollo.

5. Establecer la figura del investigador público y una carrera asociada.

6. Fortalecer las capacidades de transferencia tecnológica, apropiación social y gestión de propiedad intelectual.

7. Implementar estrategias de diplomacia científica y cooperación internacional.

8. Simplificar los marcos jurídicos para facilitar la colaboración entre centros.

También se entregaron las certificaciones del Diplomado a los
representantes de cada centro e institución.
Foto: Nicol Torres, Unimedios.
Como parte del proyecto se realizó el diplomado “Planeación estratégica y gestión de la investigación, desarrollo e innovación para la alta gerencia de los centros e institutos públicos de investigación”, programa que sirvió no solo como espacio de formación, sino que además permitió identificar acciones prioritarias para fortalecer el sector.

“El Diplomado nos ayudó a identificar las fortalezas y necesidades que tenemos como centro, pero también a conocer y aprender de otros institutos”, comentó Ingrid Lorena Herrera, representante del Centro Dermatológico Federico Lleras Acosta, entidad con más de 90 años de experiencia en investigación en Colombia.

Se espera que los resultados de este estudio orienten la política pública para fortalecer los centros e institutos de investigación en los próximos años, consolidando el papel de estas entidades en el avance científico y tecnológico del país.

Ser productor de tecnología y de Inteligencia Artificial

 El ministro de las Tecnologías, la
Información y las Comunicaciones (TIC), Mauricio Lizcano, radicó en la Cámara de Representantes el proyecto de ley 448 de 2024, que busca que Colombia se convierta en un productor de tecnología, en especial de Inteligencia Artificial (IA), y deje de ser un consumidor.

 “Los datos son la base para desarrollar Inteligencia Artificial. Si queremos que Colombia se vuelva en país productor de tecnología, necesitamos datos. Por eso, con este proyecto, las entidades estatales se obligarían a producir unos datos relevantes e importantes, obviamente con privacidad, para que sean usados por el Gobierno con interoperabilidad”, dijo el ministro.

 Explicó que la información se utilizará para decisiones de política pública y para construir Inteligencia Artificial, pues actualmente los algoritmos con que trabaja esta tecnología son de Estados Unidos o de Europa y no representan a Colombia.

 “Estamos convencidos de que esta ley va a dar un avance muy importante para que Colombia se convierta en lo que queremos: una Potencia Digital y un líder regional en transformación e Inteligencia Artificial”, dijo.

 Además, Lizcano hizo énfasis en que la iniciativa que se radicó es respetuosa del Habeas Data, es decir, no toca los datos personales de los ciudadanos.

 “La idea es utilizar lo que se conoce técnicamente como datos anónimos o pseudoanónimos, es decir, datos que no tienen nombre y apellido, datos maestros, de referencia, geoespaciales y similares, que sirven para la construcción de política pública y el desarrollo de IA”, agregó.

 Indicó que la ley le traerá al país beneficios como el uso, intercambio y reutilización de datos entre los distintos actores del ecosistema; la no aportación de datos por parte de ciudadanos para sus distintas relaciones con las autoridades y sujetos que administran recursos del Estado; la toma de decisiones de política pública; la priorización de proyectos a partir de los datos y el análisis de información para la implementación de proyectos estratégicos.
 “Hay que insistir en que sin datos no hay Inteligencia Artificial, no hay desarrollo tecnológico, ni podremos convertirnos en Potencia Digital. Por eso, presentamos este proyecto de ley, que hará que todas las entidades públicas tengan que producir datos”, enfatizó el ministro Lizcano.
 El MinTIC informó que espera que el proyecto tenga una primera discusión en este periodo legislativo, para que pueda seguir su proceso en el siguiente semestre.

 Una vez que la iniciativa surta su trámite en el Congreso y sea sancionada por el Presidente de la República aplicaría a las entidades que conforman la administración pública, así como a los particulares que cumplen funciones administrativas y que administran recursos del Estado.
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Ecopetrol abre convocatoria para apoyar tecnologías que impulsen la transición energética

 Ecopetrol, a través del Centro de Innovación y Tecnología, ICP, busca empresas nacionales e internacionales enfocadas en la transición energética y en economía circular, que estén interesadas en solucionar tres retos de innovación abierta.

 Los seleccionados tendrán acceso a una bolsa de recursos de hasta $800 millones y participarán en la oferta integral de asesoría, capacitaciones y mentorías proporcionada por los centros de innovación Econova.

 “Desde el ICP y la red Econova, lanzamos una nueva convocatoria para impulsar la innovación y el tejido empresarial. Es una invitación abierta a los emprendedores, empresas y al sector académico, para que pongan su creatividad al servicio del país. Buscamos las mejores ideas del sector que permitan acelerar la transición energética y promover procesos de reúso en la industria, que le apunten a cumplir los objetivos de descarbonización de Ecopetrol”, señaló Andrés Felipe López, gerente (e) de Innovación de Ecopetrol.

¿Cómo participar?

 La convocatoria se denomina #HubTransiciónEnergética y es operada por el Centro de Innovación y Desarrollo del Sector Eléctrico (Cidet).

 Su enfoque se orienta en resolver tres desafíos para crear iniciativas que logren garantizar por asistencia remota la integralidad en líneas de transmisión y distribución de energía eléctrica y el aprovechamiento de paneles solares y baterías de tipo industrial en desuso.

 En esta iniciativa pueden participar empresas nacionales y extranjeras, miembros del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (CT+i) y organizaciones públicas, privadas o mixtas, cuya actividad promueva el ecosistema CT+i.

 Los interesados en la convocatoria pueden ingresar a la página web de la red Econova www.econova.co, en la sección retos 2024 y allí encontrarán la información sobre condiciones y términos, al igual que el enlace, donde podrán remitir sus propuestas antes del 5 de julio de 2024.

 Hasta la fecha, la red de Innovación abierta del Grupo Ecopetrol, Econova, ha lanzado 39 retos de innovación bajo el liderazgo científico del ICP. En apoyo a estos desafíos se han desembolsado más de $2.600 millones lo que ha permitido materializar innovaciones como: el desarrollo de una planta de generación de energía eléctrica y gas a partir de residuos orgánicos para una comunidad energética en Cartagena y un sistema de combustible limpio a escala piloto, que reemplaza el diésel por hidrógeno verde en el transporte fluvial en la región Caribe, entre otras.

 Con estas propuestas innovadoras, basadas en CT+i, Ecopetrol le apuesta al desarrollo de soluciones que estén encaminadas a impulsar la transición energética, reducir la huella de carbono y proteger la biodiversidad.

Transición energética, más que tecnología, oportunidad para reducir la pobreza

La democratización de la energía podría ser el “corazón” de la transición hacia
fuentes de generación no convencionales (Isla Fuerte, Bolívar).
Foto: Elizabeth Arboleda Guzmán, profesora Facultad de Arquitectura,
UNAL Sede Medellín.
 agenciadenoticias.unal.- Aunque la transición energética suele asociarse con la circulación de carros eléctricos, la instalación de paneles solares y las granjas eólicas, este hecho histórico y de gran magnitud también impactará la vida de las personas y podría desencadenar cambios importantes en el ámbito social y cultural.

 Un ejemplo de ello es que actualmente el consumo de energía por persona en Colombia es de 1.159 kW por año, y se espera que con los más de 17.500.000 kW adicionales anuales que se generarán mediante fuentes no convencionales haya una disponibilidad adicional de 12,64 kW per cápita.

 “Si hacemos el cálculo para todo el país serían 0,39 kW adicionales por persona, y así se podría suplir a las poblaciones que no cuentan con energía de forma permanente”, señala la profesora Elizabeth Arboleda Guzmán, adscrita a la Escuela de Hábitat de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.

El libro forma parte de la Colección Energética 2030 (9 libros en total)
presentada este año en la FILBo.
 Este impacto sería crucial socialmente, teniendo en cuenta que el derecho a la energía habilita otros derechos. “Estar en condición de pobreza energética implica, por ejemplo, no tener acceso a la educación (como ocurrió durante la pandemia y las clases virtuales) o tener que cocinar con leña a pesar de las consecuencias que eso tiene para la salud. Esto también debemos tenerlo en cuenta cuando hablamos de transición energética”, añade.

 Por eso en 2020 la profesora Arboleda, con la abogada Laura Stefanee España Guzmán y la antropóloga Liliana Isabel Gómez Londoño, realizó una de las primeras aproximaciones a este fenómeno desde las ciencias sociales en el país que dejó como resultado el libro Energía social y transición energética en Colombia: De las prácticas sociales a la gobernanza energética, que forma parte de la Colección Energética 2030, nueve materiales presentados en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) 2024.

Acceso del hogar a servicios energéticos relacionados
con el conocimiento y la comunicación.
 El proceso de investigación incluyó la caracterización de 212 textos académicos sobre el tema, publicados en los últimos 30 años en todo el mundo. “Identificamos tres campos conceptuales emergentes: la gobernanza energética, que incluye las energías comunitarias y la justicia energética; las prácticas sociales, que se relacionan con estilos de vida, el papel del ciudadano y la apropiación tecnológica; y los impactos sociales, culturales e institucionales”.

 Una mirada al resto del mundo

 Aunque el contexto de cada país es clave para el éxito de los proyectos, sus resultados se pueden tener en cuenta para iniciar rutas de estudio y reflexiones a escala local. “Para nutrir nuestro análisis revisamos las experiencias de países europeos, del norte global y latinoamericanos. Así mismo, conversamos con expertos y sistematizamos datos nacionales relacionados con el acceso, la distribución del sistema interconectado y las proyecciones que se tienen a futuro”.

 Según el Departamento Nacional de Planeación, alrededor del 70 % del territorio nacional, donde habita el 30 % de la población, no tiene acceso fijo ni seguro a energía eléctrica.

El derecho a la energía es habilitador de otros derechos.
 “Por esto los proyectos convencionales no están formulados para estas comunidades: la densidad poblacional no es suficiente para justificar las inversiones, y es ahí donde se podría aprovechar la transición y la legislación, pues así se garantizaría el acceso a la energía con menos costos y menos impactos ambientales”, agrega la profesora Arboleda.

 Uno de los casos emblemáticos estudiados por las investigadoras es el de Escocia, en donde las energías comunitarias tienen una capacidad instalada de 35 MW. “Las poblaciones tienen mínimo el 51 % de propiedad sobre algunos proyectos y total gobernabilidad, es decir que pueden destinar los ingresos para su propio beneficio, becas para los adolescentes, mejoras de espacios públicos, entre otros”, destaca la experta.

 Una de las grandes conclusiones del libro es que, aunque Colombia no está preparada para las energías comunitarias, el Estado puede hacer acompañamiento e incluso promover modelos de negocio en los que se involucren entidades privadas.

Aunque la mayor parte de la matriz energética del país es hidráulica,
es vulnerable ante la crisis climática (localidad El Remanso, Guainía).
 “El segundo tomo de este libro evalúa casos específicos del país en lugares como Necoclí, Isla Fuerte y La Guajira, en donde funcionaron parques solares o eólicos sin involucrar a la comunidad, llevándolos, por esta y otras razones, al fracaso”, finaliza la docente.

 Entre los retos a superar están la continuidad y la confiabilidad, habilitando, por ejemplo, agentes de desarrollo territorial provenientes de las mismas comunidades, quienes además de buscar la garantía del acceso a la energía a escala individual buscarían promoverla desde lo colectivo, como oportunidad de desarrollo y productividad territorial.

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