75 % de eventos no deseados en atención en salud en Colombia se podrían prevenir


El 75 % de los eventos adversos en salud en Colombia son prevenibles.
Fotos: archivo Unimedios.
agenciadenoticias.unal.- Aunque el 97 % de los colombianos están asegurados en salud, cerca del 30 % no acceden realmente a los servicios, y eso se traduce en enfermedades prevenibles que castigan con más dureza a las regiones rurales, pobres y marginadas del país. Chocó y Nariño reportan altas tasas de tétanos neonatal y sífilis congénita; en Atlántico se registraron las mayores incidencias de infecciones posparto; y en Putumayo las infecciones del torrente sanguíneo asociadas con el catéter si no se siguen protocolos de higiene adecuados superan por mucho el promedio nacional.

El impacto de estas enfermedades no se distribuye equitativamente: mientras en algunas regiones la atención médica oportuna permite detectar, tratar y prevenir estas enfermedades, en otras los errores del sistema —desde falta de controles prenatales hasta condiciones inseguras en los hospitales— se traducen en fallas que afectan más a quienes habitan territorios históricamente marginados.

Así lo evidencia el estudio “Determinantes de las inequidades en la seguridad en la atención sanitaria del paciente y las personas en Colombia”, realizado por la médica cirujana Kelly Patricia Estrada Orozco, doctora en Salud Pública de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).

Una de sus conclusiones más reveladoras es que, según el territorio, el riesgo de adquirir una infección en hospitales o unidades de cuidados intensivos puede ser hasta 180 veces mayor, una brecha que expone la fragilidad del sistema ante condiciones estructurales como la ruralidad, la pobreza, la baja disponibilidad de personal médico o la ausencia de protocolos estandarizados.

La investigación demuestra que los “eventos reportables con efecto no deseado” (EREND) —fallas del sistema de salud que causan daño y deben ser notificadas— no solo ocurren dentro de los hospitales por errores clínicos o humanos, sino también antes del ingreso a los servicios, durante las etapas de prevención y promoción. Estas afectan con mayor frecuencia a poblaciones rurales, marginadas, indígenas y afrodescendientes, en donde las barreras de acceso agravan los riesgos y limitan las oportunidades de atención oportuna.

Eventos prevenibles, desigualdad territorial y barreras invisibles

La región de ocurrencia también influye de forma decisiva. En los últimos 10 años el 60 % de los casos de tétanos neonatal en Colombia se concentraron en Antioquia (zona rural), Chocó y La Guajira, seguidos por Nariño y el Valle del Cauca (también en zonas rurales).

Niños indígenas enfrentan mayores tasas de desnutrición por fallas en
prevención y acceso a salud.
Entre los EREND documentados en el país se incluyen enfermedades completamente prevenibles como la sífilis congénita —tratada fácilmente con antibióticos—, el tétanos neonatal, la desnutrición crónica infantil, el sobrepeso u obesidad en la infancia, la otitis media (una inflamación del oído medio que puede causar dolor, fiebre y pérdida auditiva si no se trata a tiempo), y eventos derivados de esquemas de vacunación incompletos o mal aplicados. También se reportaron enfermedades transmitidas por alimentos en programas escolares.

La investigadora Estrada identificó que la falta de atención oportuna, tanto fuera como dentro de las instituciones de salud, contribuye al empeoramiento de enfermedades de base como el estatus epiléptico, las infecciones urinarias complicadas o la anemia secundaria a hemorragias uterinas no tratadas.

“El concepto tradicional de seguridad del paciente se ha limitado al ámbito hospitalario, pero en Colombia muchas personas ni siquiera alcanzan a llegar a un hospital”, advierte la investigadora. “Los riesgos están condicionados por el lugar donde se nace, el nivel educativo, el tipo de aseguramiento, el estrato socioeconómico o el género”, agrega.

El estudio se desarrolló durante más de 4 años e integró 5 investigaciones articuladas. Se analizaron más de 18.000 documentos —entre literatura indexada y reportes técnicos— y se cruzaron con bases de datos oficiales del periodo 2012-2023, como las del Instituto Nacional de Salud (INS), el DANE, el Sistema Integrado de Información de la Protección Social (Sispro) y el Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila).

Para dimensionar el impacto humano y social de estas fallas, la investigación incorporó testimonios de personas de distintas regiones del país, los cuales permitieron identificar los factores que impiden el acceso y fragmentan la atención en salud: desde la imposibilidad de comprar medicamentos hasta los efectos de esperar meses por una cita.

Los hallazgos confirman el patrón denominado como “centro-periferia”: a medida que se alejan del centro político y económico del país, aumentan los riesgos de sufrir eventos adversos y disminuyen las capacidades de respuesta del sistema de salud, debido a la falta de infraestructura, la escasez de personal médico, la inseguridad y la pobreza extrema.

Altas tasas de infecciones posparto en Atlántico

Fallas en vacunación explican la reaparición de enfermedades inmunoprevenibles
en varias zonas del país
En esta región se registraron las tasas más altas de endometritis poscesárea y posparto, infección prevenible con protocolos de atención adecuados. Sin embargo, allí el riesgo es hasta 180 veces mayor que en otros departamentos. Las infecciones asociadas con catéter, con el sitio quirúrgico o con ventilación mecánica también mostraron alta incidencia, con mayor frecuencia en hospitales de baja y mediana complejidad.

Se evidenciaron déficits en cobertura vacunal, especialmente en zonas rurales y con población indígena o afrodescendiente, lo que ha contribuido a la reaparición de enfermedades inmunoprevenibles, como el tétanos neonatal que se puede evitar mediante vacunación.

En el Pacífico reinan las desigualdades

En Cauca, Nariño y Valle del Cauca se observaron valores altos de las infecciones asociadas con dispositivos. En esta zona los hallazgos evidencian inequidades asociadas con pobreza, ruralidad, conflicto armado y barreras geográficas.

Para el caso de la infección sintomática del tracto urinario asociada con catéter —una afección frecuente cuando bacterias ingresan al sistema urinario a través de un catéter y causan síntomas como dolor al orinar, fiebre o necesidad urgente de orinar—, los valores más elevados se encontraron en Valle del Cauca y Nariño y los más bajos en Chocó.

La inseguridad territorial, la falta de transporte y la baja disponibilidad de personal médico dificultan la atención oportuna. También se documentaron eventos adversos por desnutrición y falta de acceso a programas de promoción de salud, como los de alimentación escolar o lactancia materna.

Región Central, la salud entre zonas urbanas y rurales

La atención médica deficiente o tardía incrementa el riesgo de infecciones
graves en hospitales públicos.
En general Antioquia, Caldas, Cundinamarca (excepto Bogotá), Huila, Quindío, Risaralda y Tolima cuentan con mejores indicadores, anque el estudio muestra una gran disparidad entre zonas urbanas e intermedias frente a zonas rurales dispersas. En el ámbito rural se detectaron dificultades en la entrega de medicamentos, demoras en la atención y barreras económicas para el transporte.

En el caso de la infección del torrente sanguíneo asociada con catéter se encontró que el departamento con más alto riesgo es Caldas. La desnutrición crónica infantil también persiste en varias provincias, al igual que enfermedades transmitidas por alimentos asociadas con fallas en programas de alimentación institucional.

Pobreza y fragmentación del sistema en la Región Oriental

Boyacá, Meta, Norte de Santander y Santander mostraron una variabilidad mucho menor respecto a la tasa de incidencia de las infecciones del torrente sanguíneo asociadas con catéter siendo mayor para Santander, seguido de Norte de Santander y Meta.

Estas infecciones asociadas con dispositivos médicos –como catéteres y ventiladores– fueron comunes en hospitales con baja supervisión técnica. Para el caso de endometritis poscesárea, el departamento que más reportó casos fue Boyacá con una incidencia acumulada de 0,14 %.

Bogotá: mejor infraestructura, pero con brechas sociales

La capital colombiana mostró las tasas más bajas de eventos adversos, gracias a su infraestructura hospitalaria y mayor disponibilidad de personal especializado. Sin embargo, persisten inequidades con las personas del régimen subsidiado, migrantes y quienes viven en zonas periféricas.

Aquí se registraron casos de desnutrición, eventos por falta de vacunación y fallas en programas de promoción de la salud, sobre todo en población infantil en condición de vulnerabilidad.

El lugar de residencia y el nivel socioeconómico determinan el riesgo de sufrir
eventos adversos en salud.
Ausencia de vías y seguridad territorial

En Arauca, Caquetá, Casanare, Putumayo, el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina y Vichada se registraron tasas con valores extremos, especialmente en Putumayo, que presentó una tasa de incidencia de 8,4 casos por cada 100.000 habitantes de infección del torrente sanguíneo asociada con catéter.

La ausencia de vías, seguridad territorial y limitados profesionales de la salud hacen casi imposible la implementación efectiva de programas de prevención o control. También identificaron elevadas tasas de abandono de tratamientos, especialmente en enfermedades crónicas, debido a la lejanía entre los usuarios y los puntos de atención.

En las zonas marginadas del país las personas deben decidir entre ir a una cita o salir a trabajar para comer, otras no tienen dinero para transporte. Algunas enfrentan la inseguridad o el control armado en su territorio, y la mayoría debe esperar meses por una cita o un medicamento.

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