El desierto de La Tatacoa
El desierto de La Tatacoa cuenta con una extensión de
330 kilómetros cuadrados, en el departamento del Huila. Se caracteriza por sus
formaciones erosivas y ser cruzado por cañones secos que se desarrollan
transitoriamente en los meses de invierno. Estas misteriosas formas se crean
sobre superficies arcillosas, generando en el paisaje cárcavas laberínticas que
pueden alcanzar hasta 20 metros de profundidad. Al ser una zona desértica
relativamente pocas especies animales habitan en este lugar.
Bajo este suelo erosionado y poblado de cactus y arbustos de espinas, existen depósitos de fauna y flora correspondiente a especies de diversas épocas y periodos geológicos. Por las condiciones del área se presenta una vegetación predominantemente xerofítica y los suelos tienen diferentes grados de erosión.
"Tuvimos que estudiar el desierto con mucha anterioridad para ser eficientes ante el factor tiempo, pero también ante el factor climático pues la luz natural fue nuestra fuente principal de trabajo. Estas decisiones de entregarle un rodaje a la naturaleza, al clima, siempre traen resultados impredecibles", asegura William Vega.
La Tatacoa también es uno de los mejores lugares para la contemplación astronómica, pues cuenta con un observatorio astronómico dirigido por el astrónomo Guillermo García, donde imparte charlas sobre lo que se dibuja en el firmamento. Cientos de fanáticos de la contemplación astronómica, de todo el mundo, llegan hasta este destino para disfrutar un cielo despejado, puro, sin contaminación, luminoso y lleno de vida.
Como todo desierto, algún día fue un profundo mar que lentamente se fue secando
hasta quedarse sin vida. Ahora es un paisaje árido y agreste cubierto finamente
por la sal que fue dejando el agua al evaporarse, pero que en cuyos depósitos
subterráneos este compuesto se convierte en una sustancia sanadora para el
cuerpo y el alma. En la película, este mar se ve reflejado con unas imágenes
rodadas en Bahía Málaga, ubicada en el Pacífico colombiano.Bajo este suelo erosionado y poblado de cactus y arbustos de espinas, existen depósitos de fauna y flora correspondiente a especies de diversas épocas y periodos geológicos. Por las condiciones del área se presenta una vegetación predominantemente xerofítica y los suelos tienen diferentes grados de erosión.
"Tuvimos que estudiar el desierto con mucha anterioridad para ser eficientes ante el factor tiempo, pero también ante el factor climático pues la luz natural fue nuestra fuente principal de trabajo. Estas decisiones de entregarle un rodaje a la naturaleza, al clima, siempre traen resultados impredecibles", asegura William Vega.
La Tatacoa también es uno de los mejores lugares para la contemplación astronómica, pues cuenta con un observatorio astronómico dirigido por el astrónomo Guillermo García, donde imparte charlas sobre lo que se dibuja en el firmamento. Cientos de fanáticos de la contemplación astronómica, de todo el mundo, llegan hasta este destino para disfrutar un cielo despejado, puro, sin contaminación, luminoso y lleno de vida.
Este paisaje único se convierte en el escenario perfecto para el desarrollo de SAL, una película que plantea la eterna lucha perdida del hombre ante la naturaleza y el destino que es en sí misma la lucha en vano por alcanzar la sabiduría. Una película sobre un hombre que desea respuestas y cuando las encuentra, descubre que de nada le sirven. Su verdadero aprendizaje será reconocer y recorrer ese camino.
Una historia sobre el destino
SAL es
una odisea sin hogar al cual regresar. La búsqueda por encontrar en el paisaje
una trascendencia que permita afrontar una realidad humana difícil y opaca.
Heraldo, un hombre sin identidad, llega con la pregunta por el recuerdo de su
padre a un desierto distópico donde se refugian aquellos forajidos que ya no
caben en el mundo. ¿Es él uno de ellos? Heraldo parece preguntárselo mientras
permanece en el desierto con Don Salo y su mujer, dos extrañas figuras que lo
reciben en su casa.
En esta película mística y misteriosa parece ya no
haber certezas, tan solo la perspectiva de una carretera hacia ningún lugar. La
infinitud del desierto, que alude a un océano que ya no existe, hace que
en SAL se presente un orden del mundo enrarecido, pero
donde el mito universal de la búsqueda del padre emerge. William Vega continúa
lo iniciado con su largometraje La Sirga: un cine de personajes que se obstinan
en reconocerse allí donde solo parece habitar lo ajeno y donde entre el
silencio o el balbuceo, el espectador termina identificándose con el sentido
último de sus viajes: el deseo y la necesidad de empezar de nuevo.