“Cuentan que hubo un pescador barquero que pescaba de noche,
en el río, que una vez con su red, pescó un lucero y feliz lo llevó, y feliz lo
llevó a su bohío. Que desde entonces se iluminó el bohío porque tenía con él a
su lucero y que no quiso volver más por el río, desde esa noche, el pescador
barquero y dicen que de pronto se oscureció el bohío y sin vida encontraron al
barquero, porque de celos se desbordó aquel río entro al bohío y se robó al
lucero” (José A. Morales).
Cauce activo (azul) y lecho mayor (línea amarilla) del río Cauca. foto: blackbridge.com |
Los sistemas fluviales naturales presentan elementos o
factores geomorfológicos (morfométricos, morfológicos y morfodinámicos),
geológicos, hidrológicos e hidráulicos, que interactúan en equilibrio dinámico.
Los ríos naturalmente tienen dos lechos: el cauce activo,
que representa el cuerpo de agua, y el lecho o cauce mayor, área que puede ser
ocupada naturalmente por el cauce activo en periodos de lluvias extremas.
La extensión del lecho mayor aumenta a medida que desciende
desde la cuenca alta, y tiene su mayor expresión en las cuencas bajas y en los
deltas. Este puede tener desde unos cientos de metros hasta varios kilómetros.
Por ejemplo, el lecho mayor del río Magdalena en su nacimiento es igual al
cauce activo y mide no más de dos metros de ancho, pero en su cuenca baja puede
alcanzar hasta 6 kilómetros (km). En ese mismo punto, el río Meta alcanza 8 km;
el río Cauca, 9 km; y el Amazonas, 20 km.
La dinámica natural de los ríos, para lograr su equilibrio
hidrodinámico, está determinada por la movilidad de su cauce activo sobre el
lecho mayor, donde transporta, erosiona y deposita materiales aluviales como
arenas y limos.
La movilidad de los ríos no es homogénea en su curso, pues
puede ser estable solo en algunos sectores a varios metros o kilómetros por
año. Además, es posible que esta dinámica fluvial haga migrar naturalmente el
cauce activo de un extremo del lecho mayor al otro.
Regulación natural
Los ríos tienen un sistema natural para regular sus aguas.
En una primera fase de creciente, el cauce activo tiende a ocupar, en la medida
que requiere, su lecho mayor. Después, regula sus aguas altas o extremas sobre
las ciénagas o lagunas asociadas al cauce y, posteriormente, cubre sus llanuras
de inundación.
En periodos de variabilidad climática extrema, como el
llamado fenómeno de La Niña, esta tendencia se intensifica.
La invasión de estos espacios (lecho mayor y llanuras de
inundación) por actividades humanas como urbanismo, infraestructura, minería y
agricultura, entre otras, propicia la ocurrencia de desastres naturales, aunque
generalmente se culpa a la naturaleza feroz.
Desde las épocas de la navegación fluvial como principal
medio de transporte, varias poblaciones fueron ubicadas en las riberas de los
cauces activos y en los lechos mayores, por lo cual, cada periodo invernal
dichas comunidades se ven afectadas por inundaciones que son contrarrestadas
con obras civiles como muros y gaviones, que no ejercen mayor resistencia a la
dinámica y fuerza de las aguas fluviales. Ello se evidencia por la gran
cantidad de obras que se visualizan en medio de los cauces activos.
Igualmente, en áreas de montaña, las zonas urbanas
localizadas sobre los lechos mayores son altamente vulnerables a avenidas
torrenciales, comúnmente llamadas avalanchas, producto de crecientes súbitas
asociadas a represamientos de cauces en cuencas altas.
Los ríos, al servir de fuente de materiales para
construcción, planicies para cultivos y recursos en minerales preciosos como
oro, plata y coltán, representan las áreas de interés de la minería,
principalmente, por su fácil extracción sobre sedimentos inconsolidados.
Estas actividades generalmente se desarrollan en los lechos
activos y mayores, por medio de excavaciones o galerías inadecuadas, que son
frecuentemente inundadas cuando el río recupera su cauce.
Actividades restringidas
Las normas ambientales de la ronda hídrica que restringen
actividades en los ríos, por distancias de entre 30 o 200 metros de la orilla,
resultan inoperantes ante estos procesos naturales. Lo importante es conocer la
dinámica del sistema fluvial y no interferir con ella.
Los organismos gubernamentales de gestión de riesgo se
ocupan principalmente de la atención de las emergencias ante un desastre, pero
la parte de prevención es muy poca, debido a dificultades en cuanto a personal
capacitado y recursos económicos.
El país debe tener un mayor foco en la prevención y así
reducir los desastres. Inicialmente, debe identificar las poblaciones o
actividades inadecuadas que se adelantan en los lechos mayores de los ríos y
realizar un ordenamiento territorial que las deje por fuera de estos.
Los ríos no pueden ser vistos como amenazas sobre nuestras
poblaciones y actividades, pues proveen recursos vitales como el agua, mientras
ocupamos sus lechos inadecuadamente.
Lo ocurrido en la mina de Riosucio, en Caldas, donde
realizan una excavación subterránea a escasos 10 metros del cauce activo del
río Cauca, es laborar sobre una bomba de tiempo con la mecha encendida.
Asimismo, poblaciones como Salgar, en Antioquia, que están asentadas sobre
lechos mayores, en cañones de montaña, siempre serán vulnerables a avenidas
torrenciales, crecientes y avalanchas.