Después de ganar las tres últimas presidenciales y de tener el mayor número de curules, “la U” se encuentra hoy en cuidados intensivos por culpa de sus inconsistencias ideológicas y su falta de disciplina interna. Pero no está muerto*.Yann Basset** - Daniel López***
La
máquina más exitosa
Creado en la víspera de las elecciones de 2006
para apoyar la reelección del presidente Uribe, el Partido Social de Unidad
Nacional, más conocido como partido de la U, se ha mantenido hasta hoy como el
partido más votado para el Senado; en la Cámara de Representantes ocupa el
primer lugar desde 2010.
Aunque en su momento se pensó que este
partido sería el instrumento para defender los intereses políticos
de Uribe, - la letra “U” podía referirse a la palabra “Unidad” pero
también y por supuesto al apellido de su jefe-, la organización nunca funcionó
como un partido “presidencial” sino como una laxa federación de congresistas
que abandonó sin mayores traumas a Uribe cuando éste rompió con su sucesor Juan
Manuel Santos por sus diferencias acerca del proceso de paz.
La
U es un partido sin mayor consistencia ideológica, constituido esencialmente de
caciques regionales que movilizan sus electores sobre bases clientelistas e
incentivos materiales.
El episodio dejó claro que el partido de la
U no era de Uribe sino de sus congresistas, y particularmente de su poderosa
bancada de senadores. La U cuenta con la mayoría de los caciques electorales
más poderosos del país: en 2014 cinco de los once congresistas que lograron más
de cien mil votos en las elecciones legislativas fueron de la U.
Este movimiento es lo más parecido que
tenemos a lo que Maurice
Duverger describió en su
tiempo como un “partido de cuadros” es decir, un partido organizado alrededor
de su bancada de congresistas, con muy pocas regulaciones internas y donde sus
dirigentes mantienen un amplio margen de autonomía frente al
partido.
En realidad, los procedimientos de
coordinación interna no van mucho más allá de presentar listas comunes para las
elecciones legislativas, de manera que se aprovechen los votos para maximizar
el número de curules, ajustándose a la lógica del sistema electoral que hoy se
aplica en Colombia (el llamado sistema d’Hondt, que asigna los escaños de
acuerdo con el número de votos por partido en orden decreciente).
Pero la U ha demostrado ser el segundo
partido más indisciplinado en cuanto a su funcionamiento en el Senado (con un índice de
cohesión de 0,47, justo detrás del Partido Liberal). También es el partido
campeón del ausentismo en la misma cámara.
Los rasgos antes mencionados muestran que
la U es un partido sin mayor consistencia ideológica, constituido esencialmente
por caciques regionales que movilizan sus electores sobre bases clientelistas e
incentivos materiales. Dicho de otro modo, la U ha sido la máquina electoral
más exitosa de este principio de siglo.
Las dificultades para 2018
Campañas presidenciales de Juan Manuel Santos con el partido de la U. Foto- Facebook Juan Manuel Santos |
Sin embargo, este éxito tiene sus reversos
que han empezado a salir a la luz durante este segundo mandato de Santos, y hoy
amenazan la preeminencia de la U:
La corrupción. Una organización tan
laxa acaba por ser permisiva y permeable a intereses oscuros. Varios de los
caciques más reconocidos de la U han tenido que dar un paso al costado después
de ser capturados en el marco de investigaciones por corrupción.
La U pasó a tener tres “sillas vacías” en
el Congreso, quedando con dieciocho curules en lugar de las veintiuna ganadas
en 2014. Entre las pérdidas estuvieron sus dos senadores más votados, Musa
Besaile y Bernardo
Elías, capturados en medio de la investigación sobre los sobornos de
Odebrecht.
La desideologización del partido le ha restado protagonismo en el contexto de
polarización que ha rodeado los acuerdos de paz. Aunque los dos congresistas
más mediáticos del partido, Roy
Barreras y Armando
Benedetti, trataron de darle una identidad pro-paz, los congresistas del
partido fueron poco activos en los debates, y a juzgar por los resultados del
plebiscito, no movilizaron mucho sus bases electorales.
Si
la U no tiene una orientación ideológica clara, tiene por lo menos una
identidad que se deduce del hecho de haber sido siempre la principal fuerza de
apoyo del oficialismo.
Este desdibujamiento del partido en la
última línea recta del gobierno de Santos se debe también a que no tiene
candidato fuerte que aspire a la sucesión presidencial (las opciones de Roy
Barreras y Juan Carlos Pinzón fueron rápidamente descartadas, de manera que el
segundo se presentó por fuera del partido).
Si la U no tiene una orientación ideológica
clara, tiene por lo menos una identidad que se deduce del hecho de haber sido siempre
la principal fuerza de apoyo del oficialismo, en especial cuando Santos se
presentó formalmente como su candidato en las presidenciales (lo que Uribe
nunca hizo).
Más allá de la naturaleza clientelar del
voto de la U su propia identidad también traía votos. Así lo muestra el
hecho de que en las elecciones del Senado en 2014, más de 170 mil ciudadanos
hubieran votado por la lista del partido sin indicar al candidato preferido –
un número mayor de votos que los que obtuvo el candidato más votado del partido-.
La perspectiva actual de tener que apoyar
un candidato de otro partido implica un período de incertidumbre para el
Partido de la U, el cual ya no aparece tan “unido como debe ser” (como rezaba
su eslogan) de cara a la presidencia.
En este contexto la senadora Sandra
Villadiego insistió mucho
en impulsar una ley que permitiera a los congresistas cambiarse de partido, lo
cual ilustra bastante bien el malestar antedicho.
Aunque la iniciativa del llamado
“trasfuguismo” fracasó, Villadiego y muchos otros están pensando en apoyar el
candidato del Centro Democrático. Otro bando encabezado por Mauricio
Lizcano se inclina hacia
Vargas Lleras, y otros pocos, como Roy Barreras, miran por el lado de De la
Calle y el liberalismo.
Así las cosas, el panorama para la U no
resulta para nada alentador este año. Seis de sus veintiún senadores no aspiran
a la reelección, entre ellos tres pesos pesados: Musa Besaile, Bernardo Elías,
y Mauricio Lizcano. Estos seis suman más de 550.000 de los 2.250.000 votos que
tuvo la U en 2014 para el Senado. El partido debería sufrir reveses en Córdoba,
por supuesto, pero también en La Guajira, Sucre, Caldas, Cundinamarca,
Antioquia, Huila y Nariño.
Al final, la U podría perder varias
curules, y por primera vez perdería su estatus de primer partido en el Congreso.
Las fuerzas que quedan
Elecciones de Senado y Cámara de Representantes. Foto- Registraduría Nacional del Estado Civil |
A pesar de los pronósticos más pesimistas
el partido de la U no desaparecerá en estas elecciones porque:
La
U podría perder varias curules, y por primera vez perdería su estatus de primer
partido en el Congreso.
·
Quedan
congresistas muy fuertes pertenecientes a poderosos clanes políticos como José David Name y José Alfredo Gnecco en la costa Caribe, y Roosvelt Rodríguez en el Valle de Cauca.
·
Los
congresistas que partirán van a dejar como herencia sus votos a unos de sus
familiares (Como en el caso de Besaile), o a sus ex formulas a la Cámara (José Tous para Elías, Juan Felipe Lemos para Lizcano) que siguen jugando dentro del partido, aun
si este tipo de operaciones nunca son automáticas.
·
Al partido
le queda una gran cantidad de cuadros importantes en muchas regiones, quienes
sin ser barones electorales muy fuertes seguirán sumando votos a las listas de
la U.
A largo plazo, el porvenir del partido
dependerá de su capacidad para mantenerse como la fuerza principal del oficialismo
en el próximo gobierno, lo que no resulta nada fácil. El partido de la U podría
alinearse virtualmente con cualquiera que gane las elecciones (aunque por
supuesto, sería más difícil con Petro por ser de izquierda o con Fajardo por su
discurso de renovación contra el clientelismo).
En el pasado la capacidad de la U para
obtener puestos y recursos del gobierno se basaba en dos hechos: era la
bancada más grande en el Congreso y era el partido con el cual se identificaba
el presidente. Si ya no es ninguna de estas cosas después de las elecciones,
podría entrar en una curva descendente muy difícil de revertir.
*En alianza con Razón Pública, el
Observatorio de la Representación Política de la Universidad del Rosario
propone una serie de artículos sobre el estado de las fuerzas políticas en
víspera de las elecciones legislativas.
** Profesor de la
Universidad del Rosario y director del Observatorio de la Representación
Política (ORP)
*** Investigador del ORP
http://www.procesoselectorales.org/
twitter: @ORPoliticaUR