Según la Federación Nacional de Cafeteros, se estima que en Colombia hay más de 842.000 hectáreas sembradas con café. Foto: Algi Febre Sugita / AFP. |
Alrededor del 80 % de los suelos colombianos son ácidos, lo que impide que las plantas aprovechen nutrientes como el fósforo, cruciales para su crecimiento. Por eso la ciencia estudia microorganismos como los hongos micorrízicos arbusculares, que hacen de la agricultura una actividad más eficiente, incrementan la absorción de nutrientes e incluso favorecen la tolerancia a patógenos, estrés hídrico (o falta de agua) y salinidad.
“Estos hongos les facilitan a las plantas tomar entre 3 y 5 veces más fósforo del suelo, resolviendo así un problema latente en el país: algunas plantas aprovechan poco este nutriente por su baja disponibilidad –pues es como si el suelo lo ‘encapsulara’–, lo que les puede ocasionar problemas de desarrollo”, explica Johan Cuervo Correa, magíster en Ciencias - Geomorfología y Suelos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.
Método no destructivo para determinar el fósforo foliar. Fotos: Johan Cuervo Correa, magíster en Ciencias – Geomorfología y Suelos, UNAL Sede Medellín. |
Esta situación obliga a los agricultores a aplicar grandes cantidades de fertilizantes “fosfórico solubles”, lo que incrementa bastante los costos de producción e incluso los riesgos medioambientales por eutrofización, es decir por enriquecimiento excesivo de nutrientes, lo que se observa fácilmente en aguas verdes por la proliferación de algas.
“De ahí que esta relación natural sea valiosa para la agronomía. Por eso decidimos evaluar la dependencia micorrizal de 3 especies de café, es decir qué tanto necesitan de estos microorganismos para aprovechar el fósforo, teniendo en cuenta que se trata de un cultivo muy importante para la economía del país y que se desarrolla en suelos altamente fijadores de fósforo”, continúa el investigador Cuervo.
El magíster trabajó con el profesor Nelson Walter Osorio –adscrito a la Facultad de Ciencias de la UNAL Sede Medellín– con plantas de cafeto arábigo (Coffea arabica) de las variedades Castillo Naranjal, Castillo Tambo y Tabi –no estudiadas hasta ahora– suministradas por el Centro Nacional de Investigaciones del Café (Cenicafé).
Una infección amistosa: planta y hongo se benefician
Efecto de la asociación micorrizal en C. Naranjal, C. Tambo y Tabi a los 144 días. |
Para realizar el trabajo en laboratorio fue necesario disponer de un suelo bajo en fósforo, para lo cual el investigador tomó algunas muestras en Chinchiná, pues “sabíamos que allí la disponibilidad era poca. Luego, en laboratorio, nivelamos el fósforo a los diferentes estándares que mantuvimos durante el experimento (0,02, 0,1 y 0,2 mg por litro de solución); tomamos alrededor de 160 plántulas de café y ‘sembramos’ en materos con y sin el hongo Rhizoglomus fasciculatum”, continúa el magíster Cuervo.
El hongo –aislado a partir de investigaciones del profesor Osorio– luce como un polvillo y se aplica directamente en el sustrato. “Luego, para observar la infección, se pueden tomar las raíces, ‘desteñirlas’ mediante un proceso especial y aplicarles un colorante que es absorbido por las estructuras del microorganismo, lo que permite verlo como unos puntos fucsias”, explica el magíster.
Raíces inoculadas y no inoculadas. |
En definitiva, la dependencia de las 3 variedades fue alta: del 90 % para C. Naranjal, 93 % para C. Tambo y 89 % para Tabi. “Aunque se trata de un estudio en laboratorio, y en campo los valores pueden cambiar, es un precedente importante para programas de mejoramiento genético, y abre caminos para optimizar el uso de fósforo en estos cultivos”.
Deficiencia de fósforo en una planta variedad Tabi. |
Además, los hongos formadores de micorrizas también se pueden emplear en la restauración de suelos degradados por la minería o la agricultura, son aliados para reducir el uso de fertilizantes químicos, e incluso ayudan a las plantas a tolerar épocas de sequía.