Variedad de cultivos protege biodiversidad de fincas


Agencia de Noticias UN.- Así lo dio a conocer Carlos Eduardo Madriñán Palomino, candidato a doctor en Agroecología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira e investigador de la tesis que buscaba estudiar la biodiversidad funcional vegetal en seis fincas del Valle del Cauca.

La investigación se llevó a cabo en seis fincas de
Santa Rosa de Tapias, en Guacarí (Valle del Cauca).
Fotos: Carlos Madriñán.
Según explica en su estudio –dirigido por la profesora Marina Sánchez de Prager, profesora de la Institución–, la diversidad funcional vegetal “se refiere a los rasgos funcionales (atributos) de las especies vegetales que influyen en la dinámica y el mantenimiento del agroecosistema, es decir las características propias de la vegetación que hacen que una finca sea más o menos productiva”. 

Con frecuencia, los agricultores estructuran los diseños o arreglos (distribución de cultivos) de sus fincas según como perciben que la producción será mejor. Sin embargo, esto no garantiza que dichas distribuciones sean las más indicadas para la productividad y protección del agroecosistema, pues muchas veces se hace a partir de conocimientos empíricos. 

Los agricultores diseñan los cultivos de sus fincas
pensando en cómo mejorar la producción.
Por eso, el propósito de este proyecto era analizar cómo están las estructuras de las fincas pequeñas locales, y a su vez evaluar cómo funcionaba su diversidad vegetal.

Para este propósito se escogieron seis fincas cafeteras del corregimiento de Santa Rosa de Tapias, en Guacarí (Valle del Cauca), las cuales tienen un área entre 1,5 y 3 hectáreas. Se eligió esta zona porque desde 2012 el Grupo de Investigación en Agroecología de la UNAL Sede Palmira trabaja con esta comunidad, y porque sus agricultores forman parte de la Asociación Santarrosana de Productores Agropecuarios Ecológicos de Guacarí Valle del Cauca (Aspraéc), lo que significa que ya tienen un avance en manejo agroecológico. 

En las investigaciones agroecológicas es esencial
la integración de la comunidad.
La metodología usada fue la investigación-acción participativa (IAP), con la que hicieron coinvestigación con los mismos agricultores: planteamiento, ajustes y todo el desarrollo del proyecto.

Después del levantamiento de información con los agricultores se llevaron muestras de vegetales al Herbario Valle “José Cuatrecasas Arumí” de la UNAL Sede Palmira para identificar las plantas que no se conocían y se tomaron muestras de suelos para su análisis físico y químico en laboratorio.

También se aplicó la metodología del índice de diversidad agroecológico (IDA), que permitió establecer el grado de este manejo en las fincas, y la Estructura Agroecológica Principal (EAP), sumada a fotografías aéreas regionales realizadas con drones, que permitió establecer una relación de estructura, función y paisaje circundante. 

La biodiversidad funcional se logra a través
de prácticas como la incorporación de materia orgánica,
el manejo de arvenses y los policultivos.
Entre los resultados más importantes se encontró que 3 de las 6 fincas intervenidas tienen un avanzado manejo agroecológico y las otras 3 están en tránsito paulatino de prácticas convencionales (que usan productos químicos) a un manejo agroecológico.

También se encontró que la ventaja de tener fincas biodiversas es que tienen mayor redundancia funcional (varias especies que cumplen la misma función), y por tanto mayor resiliencia y resistencia al cambio climático y mayor sostenibilidad en el tiempo frente a perturbaciones ambientales o producidas por el hombre.

La biodiversidad funcional se puede alcanzar con prácticas como la incorporación de materia orgánica, aplicación de biopreparados y el manejo de arvenses, que representó e
l 49 % de la diversidad funcional vegetal en las fincas con manejo agroecológico. 
El paisaje circundante que rodea a las fincas se debe
tener en cuenta a la hora de planificar
la distribución de cultivos.
Por otro lado, están los policultivos, que promueven y conservan la diversidad en general (vegetal y del suelo). Según la investigación, al tener esa diversidad hay más interrelaciones entre todos los organismos que la habitan; estas cuentan, entre otras cosas, con varias especies vegetales que cumplen la misma función y hacen que el agroecosistema siga su proceso normal de producción. 

En el caso de las fincas cafeteras estudiadas la producción no se detiene porque, a pesar de la variabilidad climática, algunas plantas están cumpliendo la función mientras otras esperan buenas condiciones para hacer el relevo funcional. Por ejemplo, si cae una granizada, “como acá hay varias especies vegetales, el primer impacto será en las plantas más altas y luego se va dividiendo hasta que lo que llega directamente al suelo es un toque con muy poca fuerza”, explica el investigador Madriñán. 

Las fincas con mayor diversidad vegetal son más
resistentes a eventos relacionados
con el cambio de climas.
En cambio, en un monocultivo de café el daño será muy grave porque se encuentra completamente expuesto, entonces las partículas caerán directamente sobre las plantas y los suelos. 

Estos aportes ayudan a entender cómo funciona la distribución de los cultivos que hacen los agricultores en sus fincas, lo que permite hacer una planificación del territorio a partir de los estados estructurales, que tiene que ver no solo con el terreno de siembra sino con todo el paisaje que le rodea, más allá de los límites de su finca, advierte el investigador. 

(Por: fin/PAGA/MLA/LOF)

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