La exitosa huelga de hambre que cambió la cara de la Universidad del Tolima en Colombia

globalvoices.org - Escrito por Lully.- Entre el 6 y el 15 de julio en la Universidad del Tolima, Colombia, nueve personas, entre estudiantes, profesores y trabajadores, realizaron una huelga de hambre en protesta por la grave crisis administrativa, financiera, democrática y de gobernabilidad por la que atraviesa esa institución superior y de la que responsabilizan directamente al rector, José Herman Muñoz Ñungo.

Los protagonistas iniciaron la huelga después de agotar los conductos regulares. Entre sus peticiones estaban la respuesta a 21 cuestionamientos y un pliego de peticiones cuyo primer punto exigía la renuncia del rector. Pero éste no solo se manifestó reacio a dejar su cargo y no resolvió las inquietudes propuestas, sino que también el Consejo Superior guardó silencio. Esto desencadenó la prolongación de la huelga de hambre hasta nueve días, al cabo de los cuales, y gracias a la mediación de una comisión de personalidades de la región y la presencia del ministerio de Trabajo, se firmó el acuerdo del cese a la huelga con la renuncia del rector para el 31 de julio y la aceptación por escrito de varios puntos del pliego.

 José Javier Cepera, del portal Rebelión, resumió así la lucha:
En últimas, la sed de justicia en la Universidad es una necesidad, y se trata de intentar abrir nuevos espacios, realizar acciones colectivas en defensa de lo público pero exigiendo transformación estructurales – no solo consiste en buscar la captación de recursos económicos sino en repensar la Universidad, sus bases, directivas, acuerdos, normatividad, razones, sentimientos y proyectos que no sigan encaminadas al servicio del mercado, los grupos políticos y el servilismo politiquero sino para la soberanía de los pueblos excluidos de estos tiempos

El grupo de huelguistas escribió en el portal El Salmón que no solo se hizo ese acto en pro de la Universidad del Tolima sino que además fue “como defensa de la Universidad Pública, hoy amenazada por las políticas privatizadoras del Ministerio de Educación Nacional”. Asimismo, se refirieron respecto al compromiso que ellos esperan de parte de la comunidad para seguir de cerca este proceso:
"Debemos informar a la comunidad universitaria y a la comunidad en general, que este movimiento no se reduce únicamente a la renuncia de un rector, es un ejercicio de transformación radical de la Universidad del Tolima, en el marco de la AUTONOMÍA, la AUTORREGULACIÓN Y la CALIDAD ACADEMICA; por eso convocamos a toda la comunidad a construir un gran pacto social que permita, desde el debate, la configuración de una universidad moderna, al servicio de la región y no de los intereses politiqueros de turno. Rechazamos cualquier intento de violación de la AUTONOMÍA UNIVERSITARIA, como es el caso de la Ley 550, la Ley 1740 o las reestructuraciones amañadas y a dedo; tampoco aceptaremos la imposición de manera autoritaria de un rector por parte de ningún sector; es decir, el rector encargado y los demás asignados, deberán obedecer a un proceso de legitimación dentro de la comunidad académica.

Global Voices (GV) quiso adentrarse más en el sentir y argumentación de los huelguistas y se dio a la tarea de entrevistar a uno de ellos: Carlos Arturo Gamboa Bobadilla, un bloguero pionero en la blogosfera colombiana, escritor, activista, docente y presidente de la Asociación Sindical de Profesores Universitarios (ASPU). A pesar de su desgaste físico, estuvo informando desde su blog y cuenta en Facebook todo lo referente a la huelga, porque como él mismo lo expresó en uno de sus escritos: “Creo que nunca podré hacer huelga de palabras, no he nacido para ser sumo sacerdote del silencio”.

GV: Para empezar, algo muy importante, ¿cómo te sientes en estos momentos a nivel físico y mental?
"El cuerpo se resiente bastante en nueve días de huelga de hambre, pero afortunadamente, según la valoración médica, no tengo ninguna complicación. La cuestión ahora consiste en descansar unos días y ejercer los cuidados correspondientes. Mentalmente los huelguistas salimos muy fortalecidos, logramos algunos objetivos concretos, pero sobre todo visibilizamos el problema de la Universidad del Tolima nacionalmente. Para que los problemas se empiecen a solucionar hay que aceptarlos primero, y creo que ahora muy pocas personas podrán mantenerse al margen de la realidad que padecemos.

GV: ¿Cómo defines tu experiencia durante la huelga de hambre? ¿Consideras que valió la pena el sacrificio y el atentar contra tu propia vida?
"Aunque fue extrema, en el sentido de que arriesgas mucho de ti mismo en ello, como experiencia humana me permitió reflexionar sobre algunas cosas, entre ellas el tema de la solidaridad que siempre me ha inquietado. Nosotros nos indignamos por todo, pero no actuamos y cuando alguien actúa no nos solidarizamos. En la universidad encontré solidaridad de muchas personas, incluso de algunos muy distantes de nuestra forma de pensar. Padecer hambre es sentirse más humano, es acercarse a la condición animal que nos antecede, es también reflexionar sobre el sentido de la existencia porque si no te alimentas te descompones y eso te hace pensar en la vida en el sentido de estar “aquí”.
No creo que hubiese atentado contra mi vida, lo que hicimos los huelguistas fue un acto de desprendimiento por una institución que se hundía, es un símbolo de resistencia en donde la acción es igual de contundente a la idea.

GV: ¿Cómo ves el futuro de la Universidad del Tolima y de la educación pública universitaria en Colombia?
"Lo que sucede en la Universidad del Tolima es casi un laboratorio de la situación de la educación superior en Colombia, con un ingrediente más, el fracaso de un grupo de poder que estuvo durante los últimos cuatro años al frente de su dirección. Ahora nos toca recomponer muchas cosas, la UT apenas lleva 60 años funcionando, digamos que está en su etapa embrionaria como institución. Es el momento de modernizarla, de blindarla contra la politiquería regional, de reorientarla académicamente, de entroncarla con la región, de limitarle su misión porque no podemos seguir intentando parecernos a lo que no somos.
Para la educación pública nacional se debe venir un gran cambio, los tiempos de posconflicto lo requieren. Sin un sistema educativo nacional que le apueste a la reconstrucción del país, será más difícil enraizar el sentido de la paz. Creo que la educación, si se orienta bien, es fundamental para la redefinición de la democracia, la ciudadanía y la activación de un sujeto en derecho. Esto se debe presionar, el Estado no parece muy interesado en ello, entonces seremos nosotros, las comunidades educativas quienes empujen ese cambio.

GV: ¿Cúal consideras que es el papel de la educación en estos tiempos del proceso de paz en Colombia?
"Esencial. La educación les permite a las personas adquirir otras dimensiones, otras lecturas del mundo, y sobre todo reconocer las posibilidades del saber. Para ello, los currículos deben ser transformados, deben estar en disposición de un proyecto de país, deben abandonar las falacias de la competitividad y el falso progreso como meta última y centrarse en esa primicia que Jacques Delors denomina «aprender a vivir juntos», es quizás lo que más nos falta como colombianos.

GV: ¿Te consideras activista, escritor, docente, o algo más?
"Creo que todo está imbricado en mí. No me imagino ser un docente sin capacidad de acción y pensamiento críticos, o un escritor encerrado frente a un ordenador intentando narrar o poetizar la vida sin vivirla defacto. Si observas con cuidado todas estas acciones están cruzadas por la palabra, creo que vengo siendo eso: un encantado por las palabras que generen acción transformadora. Si la palabra no busca transformar es mejor guardar silencio.

GV: Sobre tu frase: “El día en que me despierte sin ganas de cambiar el mundo, será el día en que el mundo me habrá cambiado”, ¿crees que llegue este día?
"La frase surgió tratando de elaborar un cuento en el cual el personaje central debía ser un idealista. El cuento fracasó y quedó la frase. La guardé para mí, en el fondo soy eso, un idealista y me agrada serlo. No me gusta el mundo en el que nací y el que habito, que es peor hoy que cuando nací; quisiera cambiarlo y cada día lo intento, desde las acciones más pequeñas, estamos en el tiempo de la revolución de las pequeñas cosas, por eso luchar por cambiar una institución formadora como la Universidad del Tolima, merece todo nuestro esfuerzo. Espero ser idealista hasta el final, porque me hastía ver tanto conformismo; también me desagrada ver antiguos luchadores refugiados en el confort que provee el egoísmo del bienestar individual.

GV: ¿Algo más que desees compartir al mundo?
"El deseo de cambio. Estamos supeditados a ello o feneceremos. Debemos frenar. El mundo va al desfiladero de su existencia. Cada día contribuimos con nuestro consumismo desaforado a depredar el planeta, es fácil de ver, pero difícil de cambiar. A veces quisiera tener el poder de resetear las mentes, eso es imposible, por eso soy profesor, porque considero que desde las aulas es posible cambiar el chip de la autodestrucción que hace tiempo nos implantó el capitalismo.

Muestras de solidaridad

Fueron tantas las manifestaciones en línea y de la comunidad en general, que el Rector Múñoz se vio obligado a pedir –dentro de los acuerdos– el “cese de hostilidades y la violencia psicológica”.

En favor de los huelguistas y sus derechos, hubo adhesión y pronunciamientos de diversos sindicatos y organizaciones gremiales a nivel nacional. Desde la propia Universidad de Tolima hubo tres grandes hitos de apoyo: una firmatón que exgía la renuncia del rector Muñoz y logró más de 3.000 firmas; la decisión universitaria de salir a paro de actividades desde el 12 de julio; y el llamado que miembros de la Universidadhicieron a la Fiscalía General de la Nación de investigar por peculado al rector y otros funcionarios.

En Twitter hubo múltiples expresiones de solidaridad  y acompañamiento a los huelguistas bajo la etiqueta:#HuelgaDeHambreUT


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