El miedo a los “falsos positivos” vuelve al sur de Bolívar


Liga Contra el Silencio.- El homicidio ocurrió en la pequeña cancha de fútbol entre las veredas Guásima y Progreso Alto: un pedazo de tierra flanqueado por rústicos arcos de madera, ubicado a menos de 100 metros de una vivienda, a unos 200 de la escuela y a unos 40 minutos en moto del casco urbano de Micoahumado. Desde la cancha se ve la Serranía de San Lucas. A un lado está la trocha por donde transitan los habitantes y, comúnmente, hombres del ELN que hacen presencia en la zona.

Enclavado en las montañas, Micoahumado es un lugar de difícil acceso, no solo por las condiciones de seguridad, sino por el largo viaje: media hora por carretera desde Aguachica hasta Gamarra; un ferry para cruzar el río Magdalena; otro trecho de carretera hasta el municipio de Morales, al que pertenece el corregimiento; unos minutos en chalupa hasta Moralito; y luego subir por caminos lastrados por varias horas, dependiendo del medio de transporte. 
En el camino, en la montaña, aparece el primer cartel: “ELN. Zona minada. FGDRC”. Las siglas corresponden al frente que opera en la región: Frente de Guerra Darío Ramírez Castro. En la entrada del casco urbano, otro letrero dice: “Bienvenidos. Territorio de paz”, aunque por estos días la conflictividad está al alza.
El ELN controla esta zona desde hace décadas. Por eso los pobladores de Micoahumado, unos 3.500 habitantes dedicados en su mayoría a la agricultura y la pequeña minería, cargan un estigma permanente: los acusan de guerrilleros o colaboradores. Ellos rechazan estos señalamientos y temen ser víctimas del enfrentamiento entre los elenos y la Fuerza de Tarea Conjunta Marte, que desde febrero busca asegurar ese territorio, después del fracaso de los diálogos entre esa guerrilla y el Gobierno.
Bienvenida al corregimiento de Micoahumado,
Municipio de Morales, sur de Bolívar.
Foto- la liga contra el silencio

bienvenida al corregimiento de Micoahumado, Municipio de Morales, sur de Bolívar. Foto- la liga contra el silencio

La muerte de José Sánchez Quintero, conocido como ‘Coco’, y las heridas de fusil que sufrió Henri Sarabia en el brazo derecho, son los eventos más graves que han ocurrido en Micoahumado este año. El 2 de febrero y el 2 de marzo, dos combates entre militares y el ELN en el casco urbano dejaron a los civiles en el medio. Hoy muchos temen que la situación se agrave.
Los militares, asegura Sarabia, “disparaban sin sacarle el dedo a ese fusil. Entonces, yo le dije a los pelados: ‘corran que nos van a matar’. Yo salí a correr, no volví a mirar pa’ trás. No sabía que a ‘Coco’ lo habían herido, que le habían pegado ese tiro de muerte”. Sarabia hoy se recupera en la casa de su hermano en Bodega Central, un caserío ubicado a orillas del río Magdalena, a unas horas de Micoahumado.
Sarabia ganaba 25.000 pesos diarios trabajando como jornalero de lunes a sábado. Esperaba incrementar su salario con la temporada de siembra de fríjol que empezará el 15 de abril, pero no podrá trabajar hasta que recupere la movilidad de su mano y su brazo que tiene los tendones comprometidos. Eso le llena de angustia, pero tiene el consuelo de seguir con vida. 
Henri Sarabia, campesino de 27 años,
que resultó herido durante una operación
de la Fuerza de Tarea Marte contra el ELN
el 7 de marzo. Foto- La Liga Contra el Silencio
Él y varios testigos dijeron a La Liga Contra el Silencio que a la cancha esa tarde se acercó, desarmado, un guerrillero vestido de civil; y que de repente comenzaron los tiros desde una loma cercana. Luego supieron que había disparado el ejército. Cerca de allí estaba otro guerrillero, y en el medio, varios civiles. 
En la cancha jugaban ‘Coco’, Henri y un menor de edad que al oír los disparos corrió y se lanzó a una zanja. En la vivienda cercana estaban Astrid Bayona, su esposo Jimmy y al menos dos menores. Más abajo hay casas donde estaban otros pobladores que iban a sumarse al partido de fútbol.
“Yo me fui (corriendo), me tiré en la esquina de la casa de Jimmy y le decía que me ayudara, que me habían herido, y él me decía que me metiera pa’ dentro como pudiera. Yo como pude fui y me metí al lado de ellos y el ejército seguía disparando y disparando. Jimmy les gritaba que no disparan porque había niños, que habían civiles (sic), que tenían un civil herido”, cuenta Henri conteniendo las lágrimas.
Casi una semana después del tiroteo, todavía asustado, el menor de edad que estuvo en la cancha se lamenta:
“Nosotros éramos civiles y nos metieron a plomo”.
Astrid Bayona, oriunda de Ocaña, llegó a la zona hace casi siete meses, y desde hace dos vive en la casa de madera y techo de zinc cercana a la cancha, donde se refugió Henri. Un rastro de la sangre sigue en las cortinas de la entrada, en la cama, en la tabla del suelo donde se acostó él para esconderse. A pocos centímetros de la foto de su matrimonio llegó un tiro, y hay otro más en la pared de enfrente. 
Afuera hay más señales de disparos: en el tanque de agua, en el corral de las aves, en las matas de mango, de mandarina y de yuca. Hasta allí llegaron días después la Personería del municipio de Morales y la Defensoría del Pueblo para tomar testimonios.
Un poblador del Corregimiento de Micoahumado,
muestra la zona donde se registró una operación
de la Fuerza de Tarea Marte contra el ELN
el 7 de marzo.
Foto- La Liga Contra El Silencio
La versión oficial dice que se trató de una operación conjunta de fuerzas militares y policía contra la estructura de Jorge Luis García Montes, alias Santiago, “tercer cabecilla” del Frente Luis José Solano Sepúlveda, del Frente de Guerra Darío Ramírez Castro (FGDRC) del ELN, integrado por ocho sujetos. 
El reporte no menciona ningún guerrillero capturado o asesinado. Sí habla, en cambio, de dos heridos, a quienes se les prestaron “primeros auxilios”. También detalla el material incautado: dos chalecos multiusos, 352 municiones de diferente calibre, dos artefactos explosivos, dos granadas de mano, cuatro proveedores para fusil AK-47, un radio escáner, un uniforme camuflado de las fuerzas militares, dos morrales, una hamaca y panfletos alusivos al ELN.
El brigadier general Jairo Leguizamón, comandante de la Fuerza de Tarea Marte, con jurisdicción en la zona y que está compuesta por 4.800 hombres, sostiene que ese 7 de marzo se presentó “un intercambio de disparos entre una estructura (del ELN) que estaba en el sector y las tropas, en donde resultan heridos dos jóvenes”. Según él, los heridos fueron recogidos en helicóptero y uno de ellos “fallece en el vuelo”, pero no reconoce que “ese muerto y ese herido hayan sido producto de los fusiles del Ejército”. 
“Es un hecho que es materia de investigación”, dice Leguizamón. El general aclara además que “en ningún momento” el Ejército reportó a los dos jóvenes “que se vieron inmersos en la situación como integrantes de alguna estructura”.
También confirmó que en operativos anteriores dos soldados resultaron “levemente heridos”. 

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